No es mi estilo, bajo ningún motivo, ventilar asuntos personales, menos aún en un espacio como éste: público y de masivo acceso, pero, las circunstancias lo ameritan y creo que, de una u otra manera, esta reflexión de medianoche pueda servir a quienes decidan echarle un vistazo:
Desde muy temprana edad, la actividad artística ha sido mi mayor motivación, y, lo cuento hasta ahora, que a los doce años, fui al casting organizado por
Panamericana TV y
"Trampolín a la Fama” aquí en nuestra ciudad; fue toda una experiencia cantar frente a este insensible mastodonte llamado
Augusto Ferrando que ni siquiera se tomó la molestia de mirarme, tan solo atinó a decir:
“no tienes talento”. Terrible sentencia recibida a tan temprana edad que se complementó con las risas exageradas y festivas de mis familiares al regresar a casa; claro, si no hubiese tenido definida la vocación, me olvidaba del canto en ese preciso momento, sobretodo porque tamaña observación venía del Rey Midas del espectáculo nacional, del Cristóbal Colón de la farándula lorcha, del tipo más bondadoso a la hora de entregar los colchones
Paraíso y las cocinas
Surge, amén de los pasajes ida y vuelta vía
Faucett.
Pero fue mi revancha años más tarde, (1998) al ganar el concurso organizado por Canal 7 y Radio Loreto: “Voces Nuevas”; contienda muy reñida, pues contaba con grandes competidores, en donde quedamos: Tercer Lugar: “El Gato Paz”, Segundo Lugar: “Lita Peña” y, quien escribe estas líneas, en el Primer Lugar; lo único lamentable de este concurso fue la picardía cometida por el dueño de la orquesta Sacumer, que no hizo efectivo el contrato en su electrorritmo en el restaurant que quedaba en la parte baja del bulevar: “Pamela Restaurant”; actitud que hasta el día de hoy la viene pagando porque dicha orquesta no ha logrado ningún mérito y ni él como empresario.
Recuerdo y aún tengo la información en el video VHS (que por cierto, la Sra. Nelly Varela, animadora de este concurso también lo debe tener) que el dueño de esta orquesta que nacía en aquel entonces, Explosión, hacia público su ofrecimiento para contratar al ganador como integrante de su orquesta…¬¬
Así se fue escribiendo mi historia musical; cantaba mis baladas, mis temitas románticos:
Camilo Sesto,
Nino Bravo, y siempre por el placer de cantar, situación que muchos aprovechaban con total impunidad, pues, luego de cantar y dar lo mejor de mí en el escenario, sólo unas palmaditas en la espalda por parte de los organizadores y un gracias a media voz; yo estaba feliz, nada más me importaba, regresaba a casa caminando, no importaba la distancia, cargando con mi guitarra y mi ego, sobrealimentado previamente con las palmas del público. Con el tiempo me di cuenta que no sólo el público aplaudía, sino mis necesidades primarias, como comprar la cuerda que se rompía, los pasajes hasta el local donde tocaba presentarme y uno que otro refrigerio oportuno luego de la presentación, además de escuchar a mi madre recordarme, con cierta frecuencia, lo improductivo que comenzaba a resultar.
En esa búsqueda musical llega a mis manos un cassette de un cantautor cubano, Silvio Rodríguez y quedé fascinado; luego conocí a Martín Reátegui y bajo la visión socialista que me inculcó y que desde ese entonces abrazo con pasión, me enamoré más de Silvio; y fue a través de sus temas, y de los de Pablo Milanés, Facundo Cabral, Víctor Jara, León Gieco, Sui Géneris, que fui desarrollando la trova en mi corazón, en la digitación de la guitarra y en la aspereza de la voz: cantar para el pueblo, para las masas; y hasta compuse mis propios temas dentro de este formato.
Y, sigo cantando trova… para beneplácito mío y de mis camaradas.
Lo último fue la presentación del disco “Bosque Adentro” de Mario Pinedo, en el IIAP; y realmente cantar trova es un gran compromiso que no todos lo asumen, porque en una sociedad cucufata y lameculos como la nuestra, nadie quiere comprometerse, ni con un gesto, y la verdad, yo canto trova no para que me digan:“¡qué lindo cantas”!, si no para que algunos comenten, con el ceño fruncido:“¿y porqué cantas eso?”; tal como diría Horacio Guarany: “Cantor que canta bajito. Tiene miedo o poca voz. Pero el que canta a los gritos. Tiene herido el corazón”.
Dentro de este variopinto escenario musical no puedo dejar de mencionar las experiencias vividas con algunos grupos, tal es el caso de “Los Dogmas”, “Lado B”, “Experimental Rock” y lo último: “X-Tremo”; sin lugar a dudas, experiencias de grata recordación que sabré valorar.
Muchos años dedicados a la música, con mucho cariño y buen gusto, pero… (Ahí viene el pero), poco comprendidos…
A pesar de haber sido un “personaje” televisivo, es decir, de haber vendido imagen a través de la pantalla chica y haberme ganado el reconocimiento de un buen número de televidentes (así lo constaté), no ha servido para sensibilizar a aquellos que tienen las riendas de la promoción cultural, a las autoridades y empresarios en general que pueden contar con mis servicios artísticos. Es terrible, y lo digo con toda sinceridad, que no se nos valore en nuestra propia tierra, que tengamos que buscar otros caminos para agenciarnos de ingresos económicos… ¡Si vieran las políticas culturales de otros países hermanos, donde la prioridad es la promoción de sus artistas locales! Pero lo más lamentable es imaginar el nivel de marginación que se da con jóvenes talentosos que viven en los diferentes asentamientos humanos, chicos humildes pero con mucha capacidad para salir adelante. Después cuestionan la fuga de talentos.
No pretendo aburrirlos más con estos relatos casi somníferos, ¿eh?, pero, igual, me permite decir lo que siento y comunicarme un poco con ustedes, y si en algo aporto con esto... en buena hora.
Así que, amigos cibernautas de mis blogs, espero puedan conocerme un poco más a través de estas líneas.
Gracias por su tiempo… Un fuerte abrazo
CARLOS ROBALINO